En pleno mes de Noviembre y con las fiestas a la vuelta de la esquina me apetece empezar la temporada con un pan que no sea especialmente dulce de bollería como el que ya preparé aquí, me ha venido a la mente un pumpkin especiadito y he tenido la gran suerte de disfrutar de una calabaza del huerto de mi amiga Laura de sano y de rechupete.
Las calabazas tipo butternut son ideales para hacer un pumpkin bread porque es muy mantecosa y apenas tiene fibra
No exagero un ápice cuando les digo que una vez asada esta calabaza, se puede untar como si de un paté se tratara….Pero ¿y si en lugar de untar una rebanada, esta ya llevara dentro la untuosidad y jugosidad de la calabaza? Si, además, aromatizas con alguna especia de tu gusto, ya rematas el sabor de la miga. Suele conjugar bien con canela, cardamomo, anís estrellado o cúrcuma, que es por la que voy a optar esta vez. A parte de aportar un suave aroma especiado, realza el color anaranjado de la propia calabaza. ¿Empezamos?
Ingredientes para tu pumpkin :
- 200 g de harina Ylla 1878
- 250 g de harina de fuerza
- 200 g de puré de calabaza asada
- 90 g de calabaza rallada
- 100 g de leche entera
- 80 g de agua tibia
- 4 g de levadura seca
- 8 g de sal
- 1 cucharadita de cúrcuma
Elaboración del pumpkin bread:
Previamente a comenzar a preparar tu pumpkin bread, debes cocinar la calabaza y, para mi, la mejor forma de hacerlo es asarla. Yo aprovecho el encendido del horno en cualquier receta para asarla: empaqueta el trozo de calabaza en papel de aluminio y métela mientras se asa lo que hayas puesto.
En principio bastaría con unos 30 minutos a 200ºC, pero si lo que vas a cocinar lleva mas calor, no te preocupes, pues al estar empaquetada no se va a quemar ni estropear. Una vez acabe el asado principal, deja la calabaza en el interior del horno ya que con el calor residual se acabara de cocinar.
Una vez tengas la calabaza asada y atemperada o fría comienza a mezclar todos los ingredientes de la lista y amasa a máquina, con el gancho, hasta formar una mezcla más o menos homogénea y deja reposar unos minutos para luego trabajar a mano. Usa la técnica del amasado francés que estas masas húmedas requiere. Cuando la masa empiece a desarrollar el gluten, dejará de pegarse tanto a las manos y mesa y se dejara bolear con más facilidad, no obstante, ayúdate de tu rasqueta.
Deja reposar unos minutos y vuelve a trabajar. Finalmente bolea y preforma dejando ahora la masa en la nevera unas horas. Para ello, prepara un banetone o badeja al uso espolvoreado de harina y mete la masa dentro tapándola finalmente con un gorro de ducha.
Ya sabes que una masa en nevera adquiere consistencia y, además, gana en aromas y calidad de miga. Puede estar en nevera desde 3 o 4 horas hasta 12 o 16 incluso, así que agenda tu tiempo y continua cuando puedas.
Precalienta el horno a 260ºC y cuando esté listo, baja a 240ºC y hornea durante 25-30 minutos. Al no ser un pan dulce y enriquecido con huevo y grasa, debería greñar un poco, pero debido a la jugosidad de la calabaza y el añadido de leche no será muy marcado. Aún así, practica una raja a lo largo y más profunda de lo convencional. Puedes, si quieres, hornear dentro de un recipiente apto para horno del estilo de las ollas de hierro fundido o colado.
Deja reposar la pieza varias horas antes de degustar ya que la jugosidad de la calabaza hará que la miga esté bastante húmeda y con aspecto de crudo.
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